Dale play al Dra. Nada's theme
x Edgardo Lucero
“Aun no entienden a qué se enfrentan ¿verdad? El organismo perfecto. Su perfección estructural sólo se compara con su hostilidad. Admiro su pureza. Una sobreviviente que no está limitada ni por la conciencia, ni por el remordimiento, ni por ilusiones de moralidad” Ian Holm en Alien
Cuando uno se encuentra con ciertas obras tan herméticas, regidas por sus propias leyes, uno tiene dos posibilidades. Huir como el demonio o recorrer el camino. Y, si este gusta, quedarse a vivir en él. Me ha pasado con los filmes como 2001: Odisea del Espacio (1968) y Eraserhead (1977), el álbum Amarok (1990) y gratamente, a fines del 2007, con la historieta lírica “Los Demás”. Un comic que solamente puedo hermanarlo con “Prisionero en el planeta infierno”, ese apéndice maravilloso y depresivo que acompañaba a Maus, de Art Spiegelman (1973).
Cada trazo de Nada es un grito agónico que va a contrapelo de la ternura kitsch tan común en nuestros días. Parece crear una nueva belleza a partir de la fealdad. Una fealdad genuina y contundente, no calculada. Una fealdad que funciona como puñetazo en el abdomen. Y cómo.
La narrativa que propone Nada es tan opresiva como libre, compleja dentro de su brevedad y polisémica sin perder dirección. La frase “dios no equilibra ni condena, dios nos mira y se come los mocos” debería habitar el olimpo de frases inmortales como “hoy es un excelente día para un exorcismo” y “¿Cómo pueden dos personas odiarse tanto sin conocerse?”
2001: Odisea en el Espacio
La solidez conceptual de Los Demás se construye a través de sus tramas (gráficas y argumentales) comprimidas, la ornamentación quasi alcatenesca de las viñetas, la interacción entre las distintas historias, la ausencia de diálogo (la única vez que habla un personaje es para gritar) y la continua sensación de que los personajes vagan en círculos concéntricos sin encontrarse nunca. No puedo dejar de evocar la rueda de locos de Expreso de Medianoche (1978) y al J.F. Sebastián de Blade Runner (1982) viviendo en un edificio gigantesco él solo.
Ahora bien, observen cuán personal y eficaz es la disposición de viñetas de la página 5. Véanla detenidamente y díganme hace cuánto no ven a alguien explotando al máximo los recursos narrativos del medio elegido.
Si el romanticismo se fascinaba con la naturaleza y el futurismo con la máquina, la dra. Nada se fascina con esa misma máquina, oxidada y obsoleta, destartalada y olvidada. Nada no sólo comprende que los circos, la música fuerte, las bolas de espejos, el frío y el calor producen malestar, también se encarga de rescatar esos martirios gráfica, poética y narrativamente.
x Luciano Brodsky
Toda mi vida imaginé que el infierno podría encontrarse en los grabados de Piranesi y el alcázar de fuego subterráneo imaginado por Beckford. O en algunas pinturas de Fuseli. O en las ilustraciones de Doré sobre la Divina Comedia.
Ahora sé donde está.
Está en el personalísimo trazo de la Dra. Nada.
Dix y Kubin no podrían despertar una claustrofobia como la que expresa ésta obra por dos razones.
1- Ambos están muertos.
Los demás
Dulzura y optimismo se apoyan mutuamente para encontrar un lugar en ese mundo sin caer en la ya gastada sensibilidad wesandersoniana.
La tinta se convulsiona nerviosamente ante nuestros ojos de forma tal que uno siente la inminente amenaza de morir ahogado en un océano de brea.
Y luego, Nada te ofrece una mano salvadora con frases como “Hay consideraciones trascendentales que uno podría evitarse si vivir en este puto mundo no fuera tan hermoso”, para luego hundirte la cabeza con la otra, diciendo “hacía frío en los zapatos mojados, en los guantes rojos, en las naricitas despellejadas y en los corazones cubiertos de musgo”.
La poética narrativa de Nada no es un camino a seguir, es un féretro estrecho para recostarse a sentir, sufrir, llorar, y esperar a que el tiempo te sane. Si es que hay cura después de éste viaje.
La belleza en la obra de Nada es la belleza del smog y de las chimeneas en las terrazas de edificios moribundos, angustiados.
Es curioso cómo ésta sucesión de cuadros concebidos en la Córdoba del siglo XXI pueden llevar al lector a sentirse de a poco acosado por las voces de Trakl y Strindberg, tanto como por las torturadas partituras de Berg y Stockhausen.
La cita a página entera de Stephen Crane no es gratuita. Para nada. Es un estertor, un desesperado intento de defensa ante un contexto que no nos contiene, nos encierra.
Este poema- comic book incluye, a la manera de una mamuschka o caja china, otro pequeño poema-comic book, titulado “$7 los chicos”. Para hacerse una idea de ésta pequeña historia dentro de una historia baste con citar un fragmento: “estoy cuerda. Estoy consciente de mis manos y mis pies. Pero el tiempo empieza a moverse en mi estómago como si alguien grandote en algún lugar grandote hubiese cometido un grave error”
A esto se le añade el fantasmagórico uso del liquid paper para cerrar en si misma una obra monstruosa. Monstruosa en el sentido de que monstruo es algo que no se parece a nada, algo único en su especie.
Los Demás (2007)
Escrito e ilustrado por la Dra. Nada.
Editado por VHS-C Editorial.
A la venta en Llanto de mudo, librería y comiquería.
Galería Cinerama.
Cómprenla, hijos de puta!